Algunas notas con respecto a la visita al Monte Comunal de San Antón, con Login_Madrid y el Laboratorio del Procomún de Medialab-Prado:
Más allá del propósito de desmantelar el modelo económico dominante, se trata de destejer la racionalidad económica entretejiendo nuevas matrices de racionalidad y abonando el suelo de la racionalidad ambiental. Esto lleva a una estrategia de
desconstrucción y reconstrucción; no a hacer estallar el sistema, sino a re-organizar la producción, a desengancharse de los engranajes de los mecanismos del mercado, a restaurar la materia desgranada para reciclarla y reordenarla en nuevos ciclos ecológicos. Mas esta reconstrucción no está guiada simplemente por una “racionalidad ecológica”, sino por las formas y procesos culturales de resignificación de la naturaleza. En este sentido la construcción de una racionalidad ambiental capaz de desconstruir la racionalidad económica, implica procesos de reapropiación de la naturaleza y de reterritorialización de las culturas.
Enrique Leff. Decrecimiento o desconstrucción de la economía:
Hacia un mundo sustentable
1. Paradigma del commons.
Como objeto originario en la reflexión sobre los commos, el espacio ordenado por el así llamado monte comunal representa una oportunidad única para comprender su importancia -la de los commons-, y experienciar la magnitud de los impactos que produce su desaparición. Pese a que hablamos de una extensión que todavía hoy abarca el 30 % del territorio gallego, los montes comunales han sufrido una transformación radical a raiz de los cambios acaecidos en el mundo rural con la industrialización primero, la modernización a partir de la entrada de España en la lógica de la modernidad después, y la más reciente migración masiva a las zonas urbanas en la era postindustrial.
Para compilar un poco los dos ámbitos de incidencia que esta transformación está generando en lo que se refiere a los montes comunales, señalamos dos procesos simultáneos que se estarían desarrollando en la fase actual del capitalismo en occidente, y que desde luego permean las mutaciones que observamos en Galiza: uno, el repliegue de toda forma de gestión de los «bienes» no sometida a articulación capitalística y sus reglas de funcionamiento impuestas; dos, el desencadenamiento de una serie de conflictos correlativos, que amenazan «formas de vida» a la vez que homogeneizan la gestión del oikos y sus consecuentes formas culturales. El desmantelamiento de la gestión comunal del espacio -como contenedor de recursos comunes- se inscribe en la línea de ataques que la dinámica interna del sistema actual lleva a cabo contra aquello que ha convertido en marginal, imponiendo la ideológica necesidad de cercar lo que sostiene una comunidad bajo el manido pretexto del free rider. En los conflictos derivados del desmantelamiento de un «sistema cultural» siempre intervienen a las peculiaridades del contexto.
Procomún aquí es la gestión heredada del territorio con arreglo a garantizar la sostenibilidad de una comunidad, la colaboración entre agentes a tal fin y la estructura cultural que este ecosistema garantiza. Esto se despliega en sociabilidad, como proceso de gestión de la vida en común y como ámbito de resolución de conflictos, y economía ecológica, como correcta gestión del oikos. El desmantelamiento de los campos comunales, en estos sentidos, visibilizan la tragedia de la priva(tiza)ción abriendo sendas heridas en cada uno de estos ámbitos del habitar.
2. Comunidad, reglas, gestión, conflictos…
Los comuneros representan las subjetividades que conviven; la comunidad entonces, solo puede darse a través de ese procomún que vincula sus destinos. Lejos de buscar la utopía de la comunidad celestial, comprendemos que en toda interacción se arriesga conflicto, que es inherente a la comunidad el desajuste, las tensiones, los desencuentros. El problema entonces, no está en el conflicto; el problema está en la desaparición del espacio común que exige la resolución del conflicto. Las reglas de uso no son solo articulaciones de poder, sino -y sobre todo- elementos mediales para una gestión sostenible y para la resolución de esos inevitables conflictos que se dan en el encuentro de las subjetividades -deseos encontrados-; la diferencia está en que las reglas de uso se consensúan en la asamblea -plano molecular-, mientras que las leyes se imponen desde el parlamento -plano molar-.
Mirando a la especificidad de la distribución poblacional en Galiza, con la mitad de núcleos habitados de todo el Estado organizados entre sus fronteras, podemos intuir que la desaparición de los comunes, como herramienta vinculante, se convierte en la tragedia del abandono y en la propia desaparición de la habitabilidad del espacio, otrora sustentable.
3. Cerco al comunal y sostenibilidad: sobreexplotación, fuego, clima, …
En términos ambientales, el comunal se muestra como forma de gestión sostenible de los ecosistemas. En la medida en que su bienestar depende de la perdurabilidad del comunal, pone especial cuidado en evitar su degradación, en proteger el espacio de las agresiones externas, en mantener una relación metabólica perdurable con su entorno. En este sentido, la distribución del territorio bajo principio de diversidad de especies (autóctonas), rotación de cultivos, cortafuegos de utilidad para pasto …
La cesión de comunales para plantación intensiva de determinadas especies -sean cuales sean, pero más si son exógenas- destruye ecosistemas por sobreexplotación y amenaza la viabilidad económica y biológica en el territorio. El comunero comprende la agotabilidad del recurso, es consciente del límite del ecosistema que gestiona y, en tanto que apuesta por el comunal, no osa convertirse en free rider -pan para hoy, hambre para mañana-. No es solo la regla que coarta, es la conciencia de que su beneficio está en la relación metabólica con el entorno en el que interactúa.
4. Estructura de sociabilidad & subjetivación: fracturas simbólicas.
En términos de constitución política entonces, vemos cómo la comunidad es fuente de construcción discursiva y a través de la asamblea -órgano soberano-. Política en sentido de Arendt, se rescata de la polis, y aquí el espacio es la ekklesía: un/a comunerx por familia, un voto. La libertad de decir y opinar qué es lo mejor para la comunidad que se reúne en torno al recurso común. Empoderamiento directo del comunero, cuya voz toma parte en la decisión final de aquello que lo determina.
A la vez, construcción de un sujeto político que asume la responsabilidad de participar en la asamblea. Pese a que se da la representatividad, en la figura del presidente de la comunidad, en la praxis éste funge como administrativo y somete cada decisión de trascendencia a la asamblea. Se da en este entramado micropolítico una convivencialidad ya desaparecida en las formas de organización de mayor representación -ayuntamiento, comunidad, Estado-. Sugiere, tal vez, una posibilidad abierta constituyente de formas políticas que fluyen de abajo a arriba, de la asamblea al representante encargado únicamente de ejecutar las decisiones soberanas.
5. Gestión comunal del agua en Vilarmaior: límites Público (estatal) vs Procomún.
Del visionado del documental que muestra la acción comunitaria de construcción de canalizaciones para disponer de agua en los domicilios de Vilarmaior, dos análisis quizás contrapuestos:
En primer lugar, el que se presume del contexto de visionado -nuestra presencia aquí y ahora, con nuestra intencionalidad en la mochila-. Por ahí entendemos la capacidad comunitaria de emprender obras de infraestructura ingentes, sin apoyo de las instituciones que, teóricamente, debieran encargarse de estas tareas -o al menos con eso justifican su existencia-. El documental muestra cómo este proyecto sirve de motor para una serie de iniciativas de bien común, que se ejecutan con la contribución -en tiempo, dinero, y trabajo- de los «afectados». En este caso, podemos hablar de un repliegue del Estado -administrativo-, y una emergencia de la política -comunitaria-.
En una aproximación más semiótica, no dejan de provocarnos desconfianza los elementos narrativos del documental, el discurso marcadamente mitificador de una población visiblemente abandonada a su suerte y en un momento de la historia de España en la que entramos en la corriente capitalista que nos acercan los nuevos tiempos del Opus Dei en los 60. Así, se nos ocurre aventurar que el discurso audiovisual convierte el abandono de las instituciones en glorificación de los abandonados/mártires, como estrategia de descarga de sus obligaciones -mismas que garantizan su posición de poder-. Desplazamiento de la responsabilidad sobre las condiciones de vida de la población, hacia un cierto heroísmo nacional-populista. Aquí la grieta Público Vs Común.
La conversación de vuelta se anima y Luis nos cuenta de la existencia de los teleclubes, y del fomento de la actitud emprendedora que los nuevos tiempos del capitalismo traen a las españas. Ya tenemos todos los cabos: el contexto político, el discurso folklórico y el dispositivo de enunciación.
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